Cada día son más los profesionales de la medicina alopática que incluyen en sus informes médicos cuestiones somáticas en sus diagnósticos. Cada día es más habitual escuchar a los médicos de los hospitales, ambulatorios y clínicas incluir los estados de ánimo del paciente entre las causas de algunos trastornos de la salud, antes considerados físicos, así como que incluyan en sus tratamientos recomendaciones sobre cambios de hábitos de sus pacientes (alimenticios, de ejercicio, de relajación, de cursos para combatir el estrés, etc.) Por suerte, aunque creo que ya tocaba, son más los profesionales de la “medicina hospitalaria” que prueban ellos mismos disciplinas como el yoga, taichí, movimiento expresivo, etc. y que van abriéndose (a nivel particular y muchas veces con un cierto pudor) a tratamientos con homeopatía, kinesiología, osteopatía, acupuntura y este otro tipo de “medicinas alternativas” que paradójicamente vienen ayudando en la salud de las personas desde muy antiguo, como la medicina tradicional china, por ejemplo.
Todo esto está contribuyendo a que también podamos estar teniendo en cuenta el componente emocional que se esconde detrás de la mayoría de nuestras dolencias y podamos mirar a la persona de manera holística, esto es : como un “todo”, que según a que subdivisiones nos agarremos, está compuesto por cuerpo, mente y emoción; o por los siete centros de energía (chacras), etc. que están íntimamente relacionados y que además este todo es (como decimos en terapia Gestalt ) mucho más que la suma de todas esas partes. De modo que abordar un síntoma o una enfermedad de manera aislada no tiene mucho sentido si luego no se atiende al “resto de las partes”, si luego no tenemos en cuenta la interrelación entre ellas y cómo esto afecta a la totalidad del ser que somos.
Gracias al trabajo de reconocidos profesionales “de bata blanca” que perteneciendo al “sistema sanitario” prueban en algún momento estas “nuevas teorías” que resultan ser tan “tradicionales en algunas culturas”, a su convencimiento por propia experiencia y a su desarrollo posterior de fórmulas puente entre lo que parecían ser dos mundos, lo “científico” y lo “alternativo” están cada vez interrelacionándose más. Y una de estas personas que han creado estos puentes y ha desarrollado todo un método de trabajo con “el síntoma” a nivel psicoterapéutico es la prestigiosa psiquiatra chilena Adriana Schnake a quien el que subscribe tuvo la oportunidad de conocer en uno de sus últimos viajes a España y que consiguió inocular en mí (como en tantos otros profesionales de la psicoterapia a lo largo y ancho de sus viajes por casi todo el mundo haciendo talleres y compartiendo – enseñando su forma de trabajar) el interés por saber más de los órganos de nuestro cuerpo y de qué significado podría tener esto de estar enfermos, de que tal o cual órgano enferme. También despertó mi curiosidad por su manera de trabajar con “la enfermedad” descubriendo y dando cada vez más relevancia a enfocarnos en “darle voz al síntoma”, como cuenta en sus libros, permitiéndonos ir del discurso médico al discurso organísmico.
De modo que gracias a mi formación y conocimientos de anatomía, a algunos buenos resultados en la consulta cuando, con las personas en terapia, empezamos a mirar a “su enfermedad” desde este plano y a mi propia experiencia con algunas de las “sintomatologías físicas” que me aquejaban y que tuve la suerte de abordar acompañado por esta “maestra” esta “madre amorosa” que antes cité y a la que mucha gente conocemos como “la nana” ( que transmite su enorme sabiduría a no sólo a través de sus libros, publicados y traducidos a varios idiomas, sino fundamentalmente a través de los talleres vivenciales que dirigió por todo el mundo antes de retirarse, dada su avanzada edad, a su rincón preferido en la Isla de Chiloé de su Chile natal) he ido investigando y explorando esta manera de abordar el padecimiento físico – emocional – mental de las personas y creo importante seguir dándole continuidad a este enfoque.
Enfoque que parte del convencimiento de que la solución a nuestros problemas está en cada uno de nosotros, de la confianza en la auto regulación organísmica que tanto manejamos en el Terapia Gestalt, de un confiar profundamente en que si nos paramos a escucharnos sabemos lo que necesitamos. También desde el conocimiento de que a veces esos canales de escucha están desvirtuados por nuestra manera de ver el mundo o por lo que queremos escuchar o distorsionados por el desconocimiento de algunos aspectos de nosotros mismos. Y es ahí, en estas distorsiones, donde entra la figura del terapeuta señalando con respeto y compasión esos puntos ciegos, acompañando a la persona en su propia investigación desde ítems más fiables, invitando a la exploración con unas nuevas gafas con las que mirar lo que le está pasando.
Partimos del paradigma de no mirar al síntoma como algo a erradicar de nuestra vida porque me está molestando o en algunos casos incluso quitando la vida, como en el caso del cáncer u otras enfermedades graves, sino como un modo en que nuestro cuerpo está expresando un algo que no está funcionado y que nos afecta a muchos niveles. Partimos de la idea, ampliamente contrastada, de que el síntoma, la enfermedad es una especie de mensajero para nosotros, que nos está denunciando, a veces por desgracia con demasiada rotundidad, que algo en nosotros no está funcionando.
De modo que si, a través de unas cuantas sesiones individuales o grupales, acompañados por un terapeuta que pueda ayudarnos a escucharnos, logramos darle voz al síntoma, todo puede cambiar. Me explico: Lo interesante sería descubrir cuál es el “mensaje positivo” que ese síntoma, que esa enfermedad o dolencia, está trayendo a mi vida y que necesita ser escuchado para explorar las mejores maneras para implementar los cambios en mi vida que me conduzcan hacia la salud incluyendo en ello esta “nueva información” que rescaté de mi sabiduría interna.
Muchas veces, cuanto más nos empeñamos en no escuchar estos mensajes, estos más gritan (o sea se agravan las dolencias). Algunas veces hay miedo a escuchar lo que me quiere decir mi hígado enfermo o mis rodillas artrósicas, o mi alergia, porque probablemente el escucharlo me implica tomar conciencia y responsabilidad sobre algunas áreas de mi vida que creí haber aprendido a solucionar con determinadas conductas o actuaciones y a veces cambiarlas es una tarea difícil sin la ayuda adecuada.
Y muchas veces a través de estos “diálogos del cuerpo” de nuestro propio cuerpo con nosotros mismos conseguimos detectar que emociones son las que vienen asociadas, a nuestras dolencias, enmascaradas en los síntomas con las que estos se manifiestas de modo que a través de algunas técnicas que usamos en terapia Gestalt podemos obtener esa valiosísima información para ayudarnos en las sanación de cualquier enfermedad.
Mi apuesta personal y profesional viene siendo por escuchar más, escucharme más, ver más allá de lo que creía ver, nutrir los apoyos necesarios para facilitar el cambio respetando que éste se producirá no tanto cuando yo quiera como cuando me sienta preparado para afrontarlos, mucha veces a pesar de algún tiempo de angustia mientras tomo las decisiones y me preparo para afrontar la nueva etapa.
No digo con ello que haya que desechar los tratamientos de las distintas disciplinas médicas, creo que tanto en la medicina hospitalaria como en las medicinas “alternativas” hay muy buenas técnicas para ayudarnos con nuestros problemas de salud (la cosa estaría también en mirar y saber discriminar cuándo y para qué utilizo una u otras). Tampoco digo que debamos abandonar el auto cuidado a través de prácticas saludables ya que considero que son la base para conservar la salud y prevenir por tanto enfermedades y dolencias tanto físicas, como emocionales y mentales.
Espero haber sabido transmitiros algunos ítems de esta forma de trabajo con la enfermedad con la que “la nana” aborda de manera magistral desde pequeñas dolencias a canceres y enfermedades realmente graves. Ha sido un gusto compartir estas leves pinceladas acerca de este método que viene ayudando desde hace ya muchos años a superar enfermedades y convivir con algunas de nuestras dolencias de otro modo, ofreciendo una salida más saludable, una alternativa a la sintomatología que nos hace sufrir.
Bravo!!! Yo lo he vivido contigo!!!
Un fuerte abrazo