Imagino que para quienes estén recibiendo clases de Movimiento Armónico Expresivo (Sistema Río Abierto) o participando de algún otro trabajo psico-corporal esta experiencia que quiero compartir le sonará de algo. Espero que compartir mi experiencia pueda ayudar a alguna persona a acercarse a este u otros trabajaos… de conciencia, ya que siempre tenemos asuntos que mejorar o de los que liberarnos…
Llevaba un tiempo en que, como alumno de unas clases de trabajo corporal me empecé a encontrar con resistencias internas (pocas ganas de ir, excusas y explicaciones muy bien argumentaras internamente para contarme lo difícil que me estaba resultando mantener ese hueco en mi semana, cuestionaba internamente al facilitador y/o las propuestas que nos hacía en algunas clases, etc.) pero a pesar de todos estos «argumentos de mi ego» continué asistiendo a ellas y encontrándome, por lo tanto, de frente con «la dificultad».
Por lo general en esos momentos tendemos a abandonar aquello que no nos satisface plenamente y esto es un signo de cuidado muy importante. Ahora bien, considero que es importante aprender a diferencias cuando es una satisfacción egoica y cuando auténtica y conectada con nuestro Ser. O mejor dicho, cuando estamos ante las resistencias egoicas al cambio necesario para nuestra evolución o sea «dificultades del proceso de Transformación» y cuando son asuntos de los que he de salir y alejarme para preservar mi integridad.
Muchas veces es el sentido común (que por otro lado suele ser paradójicamente, el menos común de los sentidos en esta sociedad en la que vivimos) el que nos puede ayudar, siempre que lo hayamos desarrollado y cultivado en nuestro funcionamiento. Otras veces, sobre todo si no tenemos demasiado proceso de autoconocimiento verdadero, necesitamos de la ayuda de un/a buen amigo/a (que son aquellos que son capaces de decirnos la verdad con respeto, cariño y claridad) que nos regale con su opinión. Y muchas otras veces necesitamos compartirlo con alguien más experto en estos asuntos, como un terapeuta o el/la facilitador/a de esos espacios donde nos estamos encontrando con esas dificultades para recibir orientación tras ser escuchados adecuadamente.
Decía Fritz Perls (el creador de la Terapia Gestalt) que «el hombre tiende a mantener su «statu quo» a pesar de no sentirse pleno con lo que vive, eligiendo inconscientemente, por lo general por miedo al verdadero cambio, una vida empobrecida por los mecanismos y la estrechez de recursos aprendidos en su día y fijados como respuestas automáticas sin tener en cuenta la realidad que cada situación me presenta.
En mi caso he precisado de todos ellas dado que suponía un acercamiento a unos asuntos bastante nucleares a los que venía «metiendo mano» por diferentes vías en mi camino de transformación. Me estaba sintiendo con poca energía disponible y un tono pseudo depresivo teñía una parte de mi vida durante aquella etapa. Mi ego estaba jugando fuerte para que yo no evolucionase y él pudiera seguir con los mandos de la situación a costa mío. Ante la dificultad que estaba encontrando para mostrarme tal cual soy, para dejarme ver en mi realidad, con todas las luces y las sombras, con mis potenciales y mis lastres (no sólo en esas clases, sino en algunas otras áreas de mi vida, como luego puede identificar) mi sistema de creencias se disparaba y me enviaba mensajes como «esto no nos hace bien, vámonos» o «en realidad esto no sirve para mucho, total… fijaré, no estas bien» o «y esto ahora para qué..!? otra vez lo mismo!?». Estas y otras lindezas martilleaban mi cabeza mientras que la experiencia corporal empujaba también en esa linea… bostezos, desgana, desvitalización y resistencias ante las propuestas. Mis resistencias estaban disparadas… Mis automátismos de devastación de aquello que no es «como yo quiero» me hacían muy difícil la experiencia. Me cuestionaba el espacio, las propuestas y al facilitador. Sólo mi compromiso con el espacio, con el grupo, con el facilitador y con mi propio camino de crecimiento y la conciencia de lo que podía estar sucediéndome ayudaban a no salir corriendo de allí.
Porque… lo que estaba pasando era que me resultaba difícil, árido y crudo el desagradable encuentro con mi parte autómata, con mis repeticiones egoicas. El inevitable encuentro con lo repetitivo, con lo aprendido, con aquella parte donde no hay conciencia y nuestra capacidad creadora y creativa se ve mermada por el miedo a lo desconocido.Salir de la zona de confort implica, por lo general, transitar una franja de inseguridad inicial, de angustia ante lo desconocido y eso también es bueno saberlo y respetarlo, pero sin hacerle demasiado caso. El trabajo me estaba poniendo de frente a todo esto en la superficie y mucho más dentro había un bienestar que a veces hasta me costaba aceptar o identificar.
Cuando en las sesiones podía apartar estos contenidos mentales y entrar en la experiencia corporal, en las propuestas y/o en las dinámicas reales que se estaban dando (bien fueran de relación con otros/as compañeros, con el espacio o con las sensaciones internas y la experiencia corporal individual) encontraba lugares de añorado bienestar, de paz interior, de vitalidad renovada y de comprensión de estos procesos que estoy queriendo compartir hoy. Este bienestar permanecía durante algunos minutos, horas o días en función de no sé muy bien qué. probablemente de la profundidad y honestidad de la experiencia y de la circunstancias vitales del momento, pero siempre fue transitorio.
Se que la condición humana es la búsqueda del bienestar, que el estar equilibrados es algo por lo que hay que mirar cada día, no suele ser un estado al que se llega y ya nunca se abandona… todo es transitorio en este plano de existencia y por lo tanto, los estados de bienestar también. Recordar esto es lo que me da esperanza cuando estoy atravesando un estado de malestar y me ayuda a transitarlo. El problema es que me cuesta recordarlo cuando estoy bien, la cosa es aceptar que «lo bueno» también es pasajero. Es cierto que con el proceso personal de autoconocimiento, vienen transformaciones importantes para nuestra vida y nuestro bienestar. y también es cierto que cuando conocemos el sabor de esos estados identificamos con más facilidad cuando no estamos en ellos. Y también creo que el proceso nos trae eso… nos desmonta la idealización del bienestar permanente y nos ayuda a aceptar que pasaremos por diferentes estados emocionales dentro de diferentes etapas a lo largo de nuestro día, semana, mes o de nuestra vida. Si bien esto nos suele dar un lugar más solido, más ecuánime y más real de un cierto bienestar. Aprender a auto-sostenernos en esos estados y procurarnos las herramientas internas para transitarlos y los espacios para nutrirnos periódicamente es nuestra responsabilidad.
No digo que no vayan a regresar estas resistencias que compartía. Veo como una y otra vez aparecen en los alumnos que acuden a mis clases y talleres y trato de darles orientación para transitarlas. No digo que ahora todo sea un camino de rosas en mi vida, que de todo hay, como siempre. Más si es cierto que las resistencias disminuyeron su intensidad hace ya algún tiempo y me encuentro, gracias a la constancia y la perseverancia para transitarlas, aceptándolas de mejor grado como parte del camino. Se que esto puede resultar poco esperanzador en medio de una sociedad de búsqueda de satisfacción inmediata, de evitación de lo doloroso o de lo feo, de persecución del logro y el éxito, pero me parece mucho más real que las fantasías consumista que nos alimentan cada día a través de muchos medios de comunicación de esta sociedad loca que estamos entre todos manteniendo en mayor o menor medida. Pero estoy convencido de que es el camino, así me lo han transmitido mis maestros y así lo vengo experimentando.
Estoy convencido de que si hubiera abandonado, me habría perdido en mis enredos egoicos durante mucho más tiempo. Probablemente al cabo de un tiempo habría vuelto a estas u otras clases y me habría encontrado, tras un tiempo, con las mismas resistencias y dificultades, sólo que seguirían siendo del mismo tamaño que cuando las deje de escuchar.
Esto a veces sucede también en procesos de psicoterapia individual, lo he podido ver en algunas ocasiones en mi consulta y en algunos amigos y compañeros de camino. A mi ante todo esto me inspira la actitud del «guerrero la luz» que sabe que la lucha por el equilibrio en nuestras vidas es continua, que hemos de mantenernos despiertos, atentos ante las dificultades que se presentan en diversas formas para impedir nuestro camino de evolución. Y a la vez, junto a esa firmeza para seguir adelante, aprender a acogernos amorosamente en nuestras dificultades, pues somos humanos y estamos aquí para aprender y evolucionar.
Por eso animo y me animo a continuar en el camino, a que encuentres un espacio donde poder confrontarte con tus contenidos internos, donde poder mirar a las dificultades de frente para poder desarrollar los recursos creativos para transitarlas hacia un estado de mayor conciencia y bienestar reales.
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